Casi un mes sin escribir el diario. Tengo que reconocer que
desde que volví a trabajar me cuesta más atender a todo. Intento aprovechar las
mañanas lo mejor que puedo levantándome pronto, pero a veces no es suficiente. Aún
así, trataré de volver a escribir semanalmente. Escribir una vez a la semana en
el blog me ayuda a mantener la práctica de la escritura y también como desahogo
para compartir algunas de las cosas que me han ocurrido y las reflexiones que
me vienen a la cabeza. Escribir es cada vez más una necesidad que una afición.
En el museo, una tarde estaba vigilando una zona de
ascensores. Solamente pueden utilizarlos personas que tengan alguna necesidad. Apareció
una chica que aunque andaba un poco raro, lo hacía con total normalidad. Tuve
dudas de decirle algo y al final acabé diciéndole, con amabilidad, que los
ascensores eran solo para personas que tuviesen algún problema. Me sonrió, me
explicó que tenía una enfermedad degenerativa y, entre risas, me contó que
ahora no se nota mucho pero que en diez años seguramente sí. Me quedé callado
mirándola sin saber que decir y me aparté para que subiese al ascensor. Su
serenidad e incluso su humor a la hora de explicarme que tenía una enfermedad
degenerativa me hicieron sentir mucha esperanza.
Otro día, siguiendo con el museo, vino de visita Fernando
Simón. Desde que me enteré me puse nervioso. Ahora tenemos que controlar los
aforos en las salas y me imaginaba que aparecía y tenía que decirle que no
podía entrar a la sala hasta que se vaciase un poco. Pues ocurrió. En un
momento dado, me giré y lo tenía a mi lado. Amablemente le pedí que esperase un
poco. Se quedó esperando unos cinco minutos. Y os diré una cosa: es Natalia
Verbeke la que tengo a mi lado esperando cinco minutos a entrar en la sala y no
me pongo tan nervioso.
Los resultados de Bildu en El País Vasco provocaron tristeza
en muchas personas. Lo entiendo. Incluso lo comparto. Pero es que creo que este
país tiene un serio problema con su memoria histórica. Vamos a ver si me
explico sin extenderme mucho. Cuando acabó el franquismo, muchos franquistas se
incorporaron a la democracia. Y lo hicieron sin pedir perdón ni condenar los
crímenes del franquismo. Me imagino que a las víctimas del franquismo se les
revolvieron las tripas en esos momentos. Y ahora a todos se nos revuelven las
tripas al ver a Bildu hacer política y con tantos votos sin haber condenado con
firmeza los sanguinarios crímenes de ETA. Pero es que nos lo merecemos, por
haber descuidado de una manera tan irresponsable la memoria de la historia de
nuestro país y por no haber rendido cuentas con nuestro pasado más oscuro.
Te das cuenta de la importancia de las personas en tu vida
en proporción a la alegría que te llevas cuando les ocurre algo bueno o el
disgusto que sufres cuando les ocurre algo malo. Si ya vas y lo sientes en
carne propia, entonces debes cuidar mucho a esa persona porque significa que
tiene un papel fundamental en tu vida.
Relacionado con lo anterior, admiro muchísimo, y cada día
más, a las personas que tienen una experiencia negativa y son capaces de sentir
mucha alegría por lo bueno que les pase a otros. No digo que yo no sintiese
alegría si alguien a quien aprecio me da una buena noticia si a mí antes me ha
pasado algo malo, pero creo que me costaría. Y en cambio, hay personas que
dejan lo suyo a un lado y les llena de ilusión que a ti te pase algo bueno, o
incluso eso les ayuda a tener esperanza. Estas personas son pocas y merecen más
que ninguna otra todo lo bueno que les pase.
Hoy se celebra el día del libro que no se pudo celebrar el 23
de abril. Así que, aunque sea un tanto atípico, feliz Día del Libro a todos. Disfrutemos
de las librerías, pero no nos olvidemos de ellas el resto del año. Descubramos
mundos, ampliemos conocimientos, viajemos donde nunca viajaremos, vivamos
historias que no son nuestras como si lo fuesen, que vivan los libros, hoy y
siempre.
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