viernes, 2 de octubre de 2020

Prórrogas del verano

El atardecer en Calafell con las barquitas


Como futbolero, siempre he disfrutado como un niño de las prórrogas en los partidos, eso sí, cuando me resulta indiferente el ganador. No me gustó nunca el Gol de Oro, que daba la victoria automática al primero que marcase. Si estás disfrutando de algo, qué mejor que tener un rato extra más para disfrutarlo. Y así es cómo me encontré con mi particular prórroga del verano con una semana de vacaciones en Calafell en pleno septiembre. Y claro, la viví con la misma intensidad con la que vivo esas prórrogas en el fútbol. "Nadar y broncearse y ser joven y estar cerca del mar", decía Fitzgerald, y para qué va uno a querer más. 

En esos días en Calafell fui al dentista por un dolor y hice una de las mías. En un momento dado la doctora me pidió que le acompañase por un pasillo en el que había varias habitaciones. En un momento dado, me metí en una de las habitaciones. Y tan tranquilo, fui y me senté tan cómodo en la silla del paciente. Me quedé esperando a que viniesen. No venía nadie. Y en un momento dado, escuché a la doctora hablar con la enfermera preguntándose: "¿pero dónde está?". Y ya deduje que me había metido en la habitación que no era. Al verme ahí sentado les dio una reacción entre alucine y partirse de risa. Empiezo a pensar que esto mío de meterse en sitios que no me corresponden es digno de psicoanálisis. Creo que lo de la academia de Brighton me marcó tanto que mi vida es un permanente intento de igualar o superar aquello. Pero es imposible. 

En una entrevista en televisión salía una persona desde su casa en su habitación y el tío tenía la puerta entornada. Me pasé la entrevista entera sufriendo. Es que ni sé lo que dijo. Yo sólo tenía ojos para la puerta esperando que no apareciese nadie detrás. Tampoco hubiese podido avisar al individuo de que estaban a punto de asesinarle en directo pero me daba tranquilidad vigilar la puerta por él. No puedo, no he podido nunca con las puertas entornadas. Me dan un miedo atroz. Alguna noche Oli ha querido dejar la puerta entornada y cada vez que me despertaba no podía evitar mirar pensando que en cualquier momento iba a ver algo que no me iba a gustar nada. Es una cosa horrible. 

Un señor en el autobús hablaba por teléfono y no hacía más que responderle a su interlocutor "vamos concretando". Lo repitió ochenta y siete veces, o a mí me lo parecieron. Me hizo recordar un botellón de hace muchos años en la facultad de Periodismo en la Complutense. Creo que celebraba mi cumpleaños y éramos un montón ahí. Llegó el temido momento de irse a los bares. Y viendo la cantidad de gente que éramos, me bloqueé y entré en un bucle en el cual sólo era capaz de decir: "lo mejor es que vayamos en tandas". Daba igual lo que las personas me decían. A todo respondía eso. No era capaz de salir de ahí. Se me podía haber acercado una chica que quisiera ligar conmigo en ese momento invitándome a su casa que le hubiera respondido: "lo mejor es que vayamos en tandas". 

La Sexta tiene una aplicación en la cual existe una opción que es "escuchar La Sexta" que utilizo muchas veces. El otro día me fui así a comprar al Mercadona. Intentar separar la bolsa de la fruta mientras tienes a Ferreras en tu cabeza no se lo recomiendo a nadie. El caso es que pensé que el primero que tuvo la idea de lo de escuchar la tele fue mi abuelo, que cuando mi hermana y yo pasábamos unos días de verano con él y con mi abuela en Gandía y nos quejábamos de que al comer no se veía la tele desde la mesa, nos decía siempre: "la tele se escucha". Es algo que me parecía incomprensible y que ahora entiendo perfectamente. 

Aunque no es definitivo, el Ayuntamiento de Madrid ha decidido quitar las calles a Largo Caballero e Indalecio Prieto. Fue una propuesta de VOX y PP y Ciudadanos la apoyaron. El problema es ese mismo, que era una propuesta de VOX. Y algunos siguen sin enterarse de que las propuestas de un partido de ultraderecha se ignoran. Y ya que algunos sigan a estas alturas con el discursito de igualar ambos bandos me agota y me irrita a partes iguales. Insisto, la Guerra Civil fue un adelanto de la II Guerra Mundial. Y a nivel mundial, pobre de aquel que se atreva a equiparar nazis con aliados. Pero en España seguimos teniendo que aguantar esas malditas patrañas. 

Cada día que pasa, más alucino con el nivel de irresponsabilidad que está mostrando la Comunidad de Madrid respecto a la salud de sus habitantes. Y soy de los que opina que todo esto es algo nuevo y que es difícil encontrar soluciones. Pero cuando ves que en otros territorios no les ha temblado el pulso a la hora de imponer restricciones y que en Madrid no se ha hecho nada durante agosto y ahora hemos llegado a este punto, ahí, ya se acaba la paciencia. Encima, no se ha aprovechado ese tiempo para contratar rastreadores, médicos y reforzar la atención primaria. Es que no se ha hecho nada de nada. Y no me molestaría tanto si lo que estuviese en juego no fuese la salud de las personas. Porque lo prioritario es eso, la salud de las personas, y no la economía, por importante que sea esta última.