Con la estatua de James Joyce al lado de O´Connell Street en Dublín.
En 2017 celebro diez años de "lo mío" con el escritor James Joyce. Aprovecho para contaros esto porque se acaban de cumplir 135 años de su nacimiento. En el año 2007 me hice íntimo del autor irlandés. Os quiero contar muchas cosas y no sé ni por donde empezar. Voy a intentarlo.
El curso 2006/2007 fue el último de mis cinco años de Periodismo, un año alegre, emocionante, con ilusión y con miedo por lo que vendría después. Teníamos que hacer el Trabajo Fin de Carrera y yo no sabía muy bien sobre qué tema realizarlo. Finalmente, opté por elegir como tutora a mi profesora de Literatura del primer año, de la que ya os he hablado en este blog, Margarita Garbisu. Yo había estado el verano anterior en Irlanda y había regresado sintiéndome Michael Collins. Todo esto tiene sentido, os lo aseguro. La decisión fue hacerlo con mi profesora favorita y combinar dos pasiones: los libros y el país del trébol. Nada podía salir mal. Tras dar varias vueltas, decidimos enfocarlo en este título: "La relación de James Joyce con Irlanda a través de sus cartas".
Me pasé todo el año leyéndome biografías del bueno de James. Me leí sus cartas. Llegué a conocerle bien, finalmente. Fui avanzando en el trabajo hasta el momento final que tanto temíamos todos.Me refiero al del Tribunal. Llegó el Día D, y defendí mi trabajo como buenamente pude. Pero hay cosas para las que uno no está preparado. Yo les estaba citando a Richard Ellman, que era el autor de la mejor biografía sobre Joyce. Un miembro del Tribunal, una profesora de la Universidad, me preguntó si para mi trabajo había contactado con Richard Ellman. No hubiera tenido ningún problema en contactar con él. Pero era difícil: Ellman llevaba muerto muchos años, veinte para ser exactos. Recuerdo mi absoluta estupefacción en aquel momento. No sabía donde meterme y no me sentía con fuerzas como para desautorizar de esa manera a un miembro del Tribunal. Contesté que no, que no había contactado con él. Mentalmente, mi respuesta fue otra y había improperios en ella.
James Joyce escribió Ulises, uno de los grandes clásicos de la literatura. La idea principal se basa en La Odisea de Homero y cuenta las peripecias de dos personajes, Leopold Bloom y Stephen Dedalus, durante todo un día en la ciudad de Dubín. Es una novela muy famosa por su dificultad para leerla. ("Escribí Ulises para mantener a los críticos ocupados durante los próximos trescientos años", dijo Joyce). Yo la quiero leer algún día, pero aún no me he atrevido. Si alguna vez tenéis un Ulises entre manos, abridlo por cualquier página, da igual. Servirá para que te hagas una idea del tipo de libro que es. Yo lo hice y tocotoc tocotoc tocotoc. Acabas de sentirte confuso al leer esto último. Lo sé. Es lo que me ocurrió a mí cuando abrí el libro en casa de mis padres y en esa página Joyce escribía un párrafo en el que de repente decía eso mismo: tocotoc tocotoc tocotoc. Porque hace monólogos interiores y mientras narra una experiencia, describe los ruidos que acompañan a la escena.
El Ulises de Joyce es considerado por muchos como la mejor novela en lengua inglesa del siglo XX. Y, sin embargo, costó mucho publicarla. Y una vez publicada, no fue hasta muchísimos años después cuando obtuvo su reconocimiento. Durante mucho tiempo su sola mención en su país natal era una provocación. Hoy se reivindica como un éxito nacional y a su autor, como un héroe de Irlanda. La que creyó desde el principio en aquel manuscrito fue la editora Sylvia Beach, de la que ya hemos hablado en este blog. Si no es por ella, nunca se hubiera publicado.
La leyenda del Ulises renace cada 16 de junio en todo el mundo, pero especialmente, por supuesto, en Dublín. El 16 de junio fue la primera cita de James Joyce con Nora Barnacle, la mujer que le acompañaría, y sufriría por ello, toda su vida. Se conocieron el viernes 10 de junio de 1904, quedaron en verse el martes 14, pero ella no apareció y no se vieron hasta el jueves 16, que salieron a pasear por primera vez. Joyce quiso que su obra cumbre transcurriese en un 16 de junio en homenaje a esa fecha tan especial en su vida. Venga, no me digáis que no era un romanticón. Era un borracho, sí, no paraba de beber. Pero era un romántico.
Pues bien, a lo que iba. El 16 de junio se celebra el Bloomsday, en homenaje al protagonista de la novela, Leopold Bloom. Ese día, las calles de Dublín homenajean a Joyce. Centenares de personas recrean las peripecias de los personajes del libro, intentan comer o beber lo mismo que ellos, acuden a los mismos lugares y realizan el mismo itinerario que Bloom y Dedalus en las páginas. Un día me haría ilusión poder estar presente y ver el espectáculo que se monta.
Por cierto, una curiosidad sobre Joyce. Escribía unas cartas muy subidas de tono a su mujer, Nora Barnacle. Y yo no voy a poner ningún link. Si quieres las buscas. Me hace gracia imaginar las palabras que se pueden emplear para realizar esta búsqueda. Cuidadito con Google.
Para finalizar, mi frase preferida de Joyce: "Me hablas de lengua, patria y religión. Esas son las redes de las que he de procurar escapar".
Con esto he terminado. No quería contaros la biografía de James Joyce, porque la podéis encontrar en muchos sitios. Trato de escribir cosas personales, que os descubran cosas de mí que no conocíais. Siempre que hable de algo, trataré de buscar el gancho personal para explicaros por qué algo es importante para mí. Hoy ha tocado hablar de mi buen amigo James Joyce. Espero que os haya gustado.
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