Mostrando entradas con la etiqueta libros. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta libros. Mostrar todas las entradas

jueves, 18 de marzo de 2021

Fiarse de la realidad

Aline Masson, la musa de Raimundo de Madrazo


Seguimos esperando a Nico. De momento nada de nervios. Lo único así que os puedo contar es que hace dos semanas Oli tuvo varias contracciones seguidas una noche que estábamos tirados en el sofá viendo la tele, que es como están las parejas cuando ella se pone de parto. Y la aplicación que utiliza para controlar esas contracciones le puso el siguiente mensaje: "Váyase preparando para ir al hospital. Recuerde estar relajada". Nos reímos, bueno yo igual menos, y me quedé mirándola y le pregunté: "pero tú cómo estás, a ver". Y Oli me dijo que estaba perfecta. Al minuto ya estábamos otra vez viendo la tele tan tranquilos.

Si mi amigo Nacho fuese el que hubiese tenido las contracciones hubiera ido hasta el hospital exigiendo que le sacasen al niño aunque los médicos le dijesen que usted no está de parto. En un viaje por la Costa Azul, le preguntamos, creo que en Marsella por la noche, a un señor para llegar a la catedral y el señor decía lo contrario a lo que le decía el móvil a Nacho. Y Nacho decidió que el señor que llevaba toda su vida viviendo ahí estaba equivocadísimo. Yo creo que hay que aprender a fiarse de la vida real siempre, tanto si tu mujer va a ponerse de parto como si estás buscando la catedral de Marsella una noche cualquiera.

El otro día en el Museo tuve la oportunidad de ver el desmontaje de una exposición y me gustó mucho la experiencia. Soy muy dado a darle vida a los objetos, hasta unos niveles que no podría confesar porque podrían encerrarme, y me empecé a preguntar si los cuadros que ahora embalaban en cajas para irse cada uno a su casa se habrían pegado una buena farra la noche anterior para despedirse, si habrían dicho "nos llamamos eh" al despedirse, si habrían hecho un grupo de whatsapp todos para seguir a tope en contacto, si habría habido algún romance durante esos meses de campamento y si esa relación continuaría, si los cuadros estarían deseando volver a sus casas o si se hubiesen quedado otros seis meses ahí. En la exposición, por cierto, había cuadros de Aline Masson, la musa, y me temo que algo más, de Raimundo de Madrazo, de la cual confieso sin vergüenza que me hubiera enamorado de haber coincidido con ella.

Ha bastado leer una novela para volver a inspirarme un poco para escribir. Se trata de Gente Normal, de Sally Rooney. También he comenzado los diarios de Xacobe Pato, el librero de la librería Cronopios de Santiago de Compostela. He de reconocer que los ensayos sobre política me hacen aprender mucho y reflexionar, pero no me inspiran a la hora de contar historias de mi vida.

Por Navidad, Oli me regaló un brazalete para poder llevar el móvil a correr. Y eso hizo que otra vez volviese a medir kilómetros, minutos, velocidad media y todas esas mierdas. Y eso hizo a su vez que volviese a correr bastante. Y llegamos a que hace tres semanas me vine arriba saliendo a correr tres días seguidos diez kilómetros y me fastidié la rodilla. Cojeando varios días y dolor horrible al bajar escaleras. Doce días sin correr y salí el sábado pasado media hora y otra vez fastidiado. Regalo envenenado el del brazalete, y eso que llevaba un tiempo pidiéndolo. Lo peor es que lo de venirse arriba en la vida siempre se acabe pagando, sea en forma de resaca una noche que se te fue de las manos o sea con la rodilla destrozada corriendo tres días diez kilómetros. Venirse arriba es una de mis cosas favoritas de la vida y no puede ser eso de que tenga precio a pagar.

Es un agobio irse a dormir con preocupaciones, pero irse a dormir con el simbolito de "queda poca batería" en el transistor es muchísimo peor. Nunca sé si cambiarle las pilas directamente y evitarme el mal rato. Porque luego apago la luz, me meto en la cama, me pongo la radio y empieza una agonía tremenda de estar escuchando la tertulia de fútbol y pensar que en cualquier momento no voy a escuchar algo que me interese porque se va a apagar y cambiar las pilas a oscuras de manera sigilosa para no despertar a Oli es un jaleo tremendo.

Cuando alguien es especialmente amable en el Museo a veces me entran unas ganas inmensas de hacerme amigo suyo, no lo puedo evitar.

lunes, 23 de marzo de 2020

Diario del confinamiento: pensar en el próximo rato

Siguen los diarios del confinamiento por el coronavirus Covid19
San Pablo Ermitaño, de José de Ribera



Segundo fin de semana del confinamiento. Para algunos que no tenemos la opción de teletrabajar, nada cambia realmente. Aún así, en mi caso, tengo que decir que sigo con la moral intacta y que paso los días bastante entretenido. Ayer decidí crear una playlist en Spotify que titulé "Encerrados pero alegres". Es abierta, así que puedes escucharla. En ella puedes encontrar desde Bruce Springsteen a Extremoduro pasando por Back Street Boys. Por supuesto, hay Lori Meyers y hay Ferreiro. También hay alguna banda sonora (os podéis imaginar cuál no falta). Es una mezcla bastante bizarra, pero es que todo lo que está ocurriendo es muy bizarro.  Espero que os guste. Al confinamiento, y a la vida en general, se sobrevive gracias, entre otras cosas, a la música.

Cuando alguien me dice que ya se ha empezado a agobiar, trato de hacerle ver que lo que hay que hacer es pensar siempre en el próximo rato, y no en el día entero. Y ni mucho menos pensar en semanas, eso no hay que hacerlo ni loco. Hace tiempo escribí un texto que se titulaba "La siguiente farola". Estaba centrado en los corredores, pero se puede aplicar perfectamente a este momento. Cuando salgo a correr hay días que me siento muy bien y no tengo ningún problema. Pero hay otros días que me encuentro fatal y no me siento capaz. Esos días en los que no siento que no puedo, me voy fijando en la siguiente farola. Y me voy diciendo "hasta ahí, puedes". Y puedo. Y entonces me doy cuenta de que, aunque creas que ya no puedes más, siempre puedes un poquito más. 

Escucho mucha radio estos días. No podría sobrevivir a este confinamiento sin la radio. Os  la recomiendo a todos. La tele la ves, la radio te hace compañía. Y creo que necesitamos que nos hagan compañía. Hago mención especial a Paco González y su equipo de Tiempo de Juego. Suelo decir que, para mí, es uno más de los varios grupos de amigos que tengo la suerte de tener. Si a alguien le extraña que considere como amigos a unos que hablan por la radio les haré una pregunta: ¿los amigos no te hacen reír y te acompañan cuando estás jodido? Pues a mí ellos me han hecho reír en épocas de mi vida en las que estuve jodido. Y ahora lo están volviendo a hacer. Es lo que yo le pido a los amigos.

Estoy aprovechando para ver series. He terminado Mindhunter, que me ha gustado bastante. Es sobre crímenes y asesinos en serie, todo basado en caso reales. Terminé hace poco Lovesick, de la que no había oído hablar y me recomendó una amiga, y me encantó. Es una serie escocesa y se ve muy bien. Son tres temporadas con pocos capítulos y cada uno dura unos veinte minutos. ¿Tema? Comedia con amigo ligoncete, amigo enamoradizo y chica. Te ríes y la historia está muy bien. He empezado en Netflix Los asesinatos del Valhalla, islandesa, sobre asesinatos en serie, que me está gustando. Y menudos paisajes. Ah, por si alguien no la ha visto, recomiendo una que me dijo mi padre y que a Oli y a mí nos encantó: Derry Girls, en Netflix. Es genial.

Cada vez que en una serie salen a la calle, se abrazan, o se besan, empiezo a lanzar improperios desde el sofá de casa: "¡Pero qué haces inconsciente! ¡Que te han dicho que te vayas a casa! ¡Cretino!" Por suerte, esto que me pasaba los primeros días veo que le está ocurriendo a más gente cuando ven series y películas y ya no me siento tan chiflado. Aunque lo esté, que lo estoy, pero no por esto.

Viendo una peli, hay un momento en el que Oli pone el volumen en el número quince. La situación dura unos veinte segundos que se me hacen muy largos. No puedo tener el volumen en números impares. Ni en la tele, ni en las radios, ni en nada. No soporto los números impares. Las escaleras con escalones impares me dan muchísima rabia. Pero mi número talismán es el siete. Vivir con contradicciones.

La tarde del sábado Oli sale a comprar. Me tumbo en el sofá. Me despierta de la siesta un coche pitando. Ya me asomo y veo a gente en las ventanas increpándole y pidiéndole silencio. Pero me fijo y veo a dos mendigos pegándose. Y entiendo que el del coche pitaba para llamar la atención a la gente. Al final el del coche se va. Desde mi ventana veo que un mendigo tiene atrapado al otro y no sé si le está asfixiando o qué, pero me pongo muy nervioso y hasta pienso en bajar. Llamo a la poli, y tardan mucho en cogérmelo. Dos o tres minutos en los que observo como el mendigo sigue teniendo atrapado al otro y cada vez me pongo más nervioso. Justo cuando me responden, veo que llegan tres coches de policía. Quizá el del coche ya había llamado. O quizá los trabajadores del Aldi que está delante. Me quedo un rato mirando. Tengo que reconocer que aunque sea una situación triste la sigo como un gran acontecimiento porque es lo más interesante que ocurre a mi alrededor desde hace días.

Cada día, cuando salimos a aplaudir a la ventana, se repite lo mismo. Oli no se asoma mucho porque tiene vértigo hacia abajo y yo no me asomo mucho porque tengo vértigo hacia arriba. Vaya cuadro. Supongo que el amor es eso, saber encajar los miedos del uno y del otro.

Ayer vi por fin Alta Fidelidad. Después de El Guardián entre el centeno, es mi libro preferido. No había visto la peli hasta ayer. Supongo que de manera inconsciente, lo evitaba por si no estaba a la altura del libro de Nick Hornby. Pero sí lo está, sí lo está. Me encantó, y John Cusack es un perfecto Rob Fleming.

Espero que estéis todos bien. Y espero también de verdad que no os estéis quedando en pijama todos los días. Eso no se puede hacer. Yo cada día me levanto, me afeito, me ducho y me pongo mis vaqueros y mi camiseta. Nada de abandonarse. El único drama que tengo es mi pelo, que me lo tenía que haber cortado hace un mes, lo fui dejando y no quiero saber cómo voy a acabar el confinamiento. 

Cuidaros mucho, y cuidad.

miércoles, 11 de marzo de 2020

Rewind, una novela para emocionarse

En la librería Tipos Infames en la presentación de Rewind, con Juan Tallón



Es de Primero de intensito emocional que, cuando uno ha sentido mucho, debe dejar reposar todo lo sentido durante un tiempo. Es importante descubrir si todas esas emociones eran verdaderas, porque a veces sucede que no lo eran. Leyendo la nueva novela de Juan Tallón sentí muchísimo, me emocionaba a cada página. He dejado pasar una semana y resulta que todas esas emociones eran reales.

"En un vulgar instante, todo lo que era normal desapareció. Solo un instante antes de ese instante, a las 23.01 horas, pongamos, estaba en mitad de un día perfecto. Y de repente la vida se derramó sin solución, como el agua que no se puede devolver al vaso tras volcar". Y de eso habla la novela, de cómo la vida se rompe de repente de manera inesperada y de cómo cada persona afronta esa fragilidad y la capacidad para rehacerse de cada uno. Es doloroso, tiene momentos muy tristes pero me quedo con esta frase: "la vida, o lo que queda de ella después de cada desastre, siempre se abre paso". Me quedo con "o lo que queda de ella" porque a veces la vida ya no es la que era, pero uno aprende a vivir con ella, incluso, como dice un personaje de la novela, uno aprende a vivir sin ánimos. Otro gran descubrimiento es "el tiempo te somete a sus propias curas", qué gran verdad.

El libro cuenta la historia de unos estudiantes erasmus en un piso de Lyon: Paul, Emma, Ilka y Luca. "Al mes y medio de mudarse, a aquellos chavales los conocía y quería medio barrio". Y yo añadiría "y todos los lectores, joder, y todos los lectores". Crear unos personajes a los que sentir como amigos y un piso al que te apetezca ir a tomar algo es de un mérito extraordinario.

Y termino con otra gran frase que me ha encantado y que dice uno de los personajes: "no hay que saltarse un trámite emocional" y "la importancia de pasar por todos ellos, sin atajos". Esa necesidad de no querer aceptar en determinadas situaciones nuestros sentimientos o nuestras emociones porque nos resultan incómodas. Pues no, aquí nadie se salta un trámite emocional.

Creo que es un libro que voy a recomendar mucho y a regalar bastante.

viernes, 28 de junio de 2019

Malaherba, la primera novela de Manuel Jabois


Libros, primera novela de Manuel Jabois


Pues las expectativas eran fundadas. La primera novela de Manuel Jabois me ha encantado. Tenía miedo, porque me gusta mucho todo lo que escribe, pero me daba miedo que al pasarse a la novela, por lo que fuese, no me gustase tanto. Uno siempre vive con el miedo de que aquellos a los que admira le decepcionen. Y no ha sido el caso para nada. Es un libro maravilloso que os recomiendo mucho.

Es una historia emocionante, tierna, conmovedora y divertida. Cuenta las experiencias que vive Tambu, un adolescente de 15 años en la Pontevedra de los años 80. Y nos lleva a esos tiempos de la infancia y adolescencia tan bien resumidos en esta frase: "Cuando uno es niño se entera de todo mientras no se entera de nada". O en "se puede prohibir saber, pero no intuir". No os puedo contar mucho más pero sí engancha esa sensación permanente de desconcierto, de "pero qué pasa aquí" que tienes y no resuelves hasta el final.

Una de las cosas que más me ha gustado, como podréis entender, es la sensación de  reencontrarme con Holden Caulfield. Me sucedió lo mismo con "Lo peor de todo" de Ray Loriga. Tambu es un poco Holden. Y le tiene a su hermana Rebe un amor similar al que Holden sentía por Phoebe. Hay muchas frases pero me quedo con "si me separaban de Rebe me rompían el corazón y la vida". *

Frase libro: "Eso es lo peor de todo. Lo peor es que te pasan cosas cuando eres niño que tú no sabes que son, y cuando te lo dicen ya no te queda odio, sólo una pena enorme. Y bien sabe Dios que es más peligrosa la pena que el odio, porque el odio puede destruir lo que odias, pero la pena lo destruye todo".

En la presentación, Jabois contó que la primera frase de la novela le vino en un taxi y que le pidió a su pareja que la escribiese en las notas del móvil. Así que, desde aquí, deseo fuerte que cojan pronto otro taxi, porque queremos otra novela de Jabois.

domingo, 19 de mayo de 2019

Los exquisitos que no ven Juego de Tronos


Mucha gente en Twitter presume de no ver Juego de Tronos


En las últimas semanas, he visto algunos comentarios en Twitter de gente que no ve Juego de Tronos. En su derecho están y esto no me causa ningún problema. En todo caso, creo que se pierden algo muy grande. Lo que sí me causa un problema es cuando, al declarar no verlo, se detecta un tufo de superioridad que apesta. De presumir de que no te gusta lo que le gusta a todo el mundo. Que por no consumir lo que consume la plebe estás por encima. El aura de los exquisitos.

Es una actitud que no entiendo. Y que me irrita un poco. ¿Y por qué? Porque ese tipo de comentarios suelen provenir de personas de un alto nivel intelectual.Por eso mismo me irrito. Porque tengo la sensación de que desprecian el gusto popular como si fuese algo que estuviese por debajo de su categoría intelectual. Y en mi pueblo a eso lo llamamos elitismo.

Y además, es que no pueden estar más equivocados, qué queréis que os diga. Juego de Tronos es una serie de culto, basada en unos libros que no he leído pero que desprenden imaginación por los cuatro costados, a juzgar por lo visto en la serie. Es una obra maestra que ha hecho historia reuniendo a millones de personas delante de la tele. Y lo hace a nivel global y en una época en la que conseguir eso es realmente una verdadera proeza. Pero ellos, en vez de esforzarse por entenderlo, declaran orgullosos no verlo. Me resulta incomprensible si no es por esa necesidad de intentar mostrar que tú eres de alguna forma superior porque no ves lo que todo el mundo ve.

Juego de Tronos es cultura. La serie cuenta una historia brillante, llena de giros de guión. Es realista, con tal cantidad de muertes. Tiene unos diálogos llenos de fuerza. Pero, sobre todo, tiene unos personajes que son una maravilla, porque son complejos. Y la vida es compleja. Y hay veces en las que no todo es tan fácil cómo parece. Y esto se refleja muy bien en la narración. Salvo alguna excepción, todos los personajes tienen luces y muchas, muchas sombras. Cada uno tiene un secreto, un motivo, un sufrimiento, para actuar de la manera en que lo hace. Y puedes entenderlos a todos, te abre la mente.

Te hace reflexionar y mucho sobre las circunstancias extremas en las que uno puede verse en la vida. Te abre la mente, adquieres dosis de empatía incluso con quién nunca te hubieras imaginado tenerlas. Te hace emocionarte. Te hace estar en tensión todo un capítulo de tal manera que estás sentado en el sofá pero a la vez levantado hasta que llega el desenlace y lo gritas como si fuese el gol que da la victoria a tu equipo en la Champions, en el 93 (o en el minuto que sea).

Yo no sé de verdad que más puedo pedirle a una serie que lo que me ha dado Juego de Tronos. Y tardé mucho en verla, vi toda seguida al acabar la séptima para llegar a tiempo a la octava. Y ahora sé que me va a costar mucho hacerme a la idea de que no habrá más y sé también que su historia y sus personajes se quedarán a vivir conmigo toda la vida.

lunes, 6 de noviembre de 2017

Alta Fidelidad




Y yo qué os cuento de este libro. Si no existiese El Guardián entre el centeno, sería mi favorito. Cuando lo terminé pensé: "es el libro que me hubiera gustado escribir a mí". Y sé que si escribo una novela será del mismo estilo que ésta. Cuenta la historia de Rob Fleming, que tiene 36 años y vive por y para la música pop. Es intolerante con los gustos que no son los suyos, es egoísta, y tiene muchas neuras. 

El libro empieza cuando su novia Laura le deja por desastre. Y refleja muy bien todas las emociones de muchos hombres con complejo de Peter Pan. Creo que al terminar de leerlo, además de pensar lo de que si escribo un libro será del mismo estilo, sentí que era la primera vez que me sentía tan identificado con el protagonista de un libro. De hecho, está escrita por un hombre pero critica el comportamiento del género masculino. Es sencilla. Porque habla con un lenguaje simple, sin alardes, directo. Y eso fue lo que más me gustó. 

A veces escribir es eso. Contar una historia sin alardes, y ya está. Me llamó mucho la atención que está escrita en tiempo presente. Te desconcierta al principio, pero lo hace más divertido, creedme. Simplicidad: Rob, su tienda de discos, sus dos amigos, Laura (la novia que le ha dejado) y una historia contada de manera maravillosa. Me gusta recomendársela a todo el mundo. Ah, y de ella sale mi obsesión con las listas de 5.

viernes, 16 de junio de 2017

Cuando Iker Jiménez me ayudó

Ochate, pueblo maldito del que siempre habla Iker Jiménez
Ochate, el pueblo maldito y abandonado, en el que estuve con unos amigos en 2009


Las palabras de Iker Jiménez en aquel email me ayudaron a continuar con la carrera de Periodismo. Puede sonar chocante así de entrada, lo sé. Pero no estoy contando ninguna mentira. Hubo una época en la que yo era un apasionado de todos los temas relacionados con el misterio. Incluso no descartaba enfocar mi carrera hacia ese tipo de periodismo investigador. Y mi faro era el periodista Iker Jiménez, actual presentador del programa Cuarto Milenio en Cuatro. Y un día le escribí. Y un día me contestó. Eso es lo que os voy a contar esta semana.

Quería ser él. Quería contar el misterio de la misma forma en que lo hacía él. Sin vender humo y buscando el rigor en todo momento. Eso era de lo que más me gustaba de él, su obsesión por contar siempre con testimonios de expertos que daban una opinión argumentada del tema del que estaban hablando. Su sano escepticismo. También aprendía Historia y cultura escuchándole. He dicho que era de lo que más me gustaba y no lo que más. Porque lo que más me gustaba era su pasión. Ese hombre transmitía ilusión por los cuatro costados cuando le escuchabas por la radio. Así había llegado a donde estaba. La pasión como motor de vida, tan necesaria.

Descubrí a este periodista vitoriano hace muchísimos años. Ya os he contado alguna vez que siempre duermo con un transistor al lado. Esta costumbre la empecé, a saber, igual tenía doce años o así. No soy bueno para las fechas, ya lo sabéis. Cuando me despertaba en mitad de la noche, había un programa en la Cadena Ser llamado Si amanece nos vamos, dirigido por Roberto Sánchez. Dentro de él, un tal Iker Jiménez tenía su propia sección dedicada al misterio. Las noches que me despertaba, me ponía la radio deseando que coincidiese con la intervención de Iker. Aunque reconozco que la intención me duraba poco en ocasiones, porque daba mucho miedo y ahí en la oscuridad de la habitación yo no soy tan valiente para escuchar una psicofonía, por ejemplo.

Un día me enteré de que la SER le había dado un programa en exclusiva. Se llamaría Milenio 3 y sería los viernes después de El Larguero, el mítico programa deportivo de la emisora. Yo estaba dando palmas con la noticia. La Cadena SER apostaba por un programa dedicado al misterio y dirigido por Iker Jiménez. Comenzaba así la andadura de la mítica "Nave del misterio". Recuerdo que lo escuchaba religiosamente cada viernes. Cuando no podía, lo grababa en cintas. Sí sí. En cintas. No había podcast ni leches. Así que metía la cinta en el radiocassette y a darle al REC cuando empezaba el programa. Qué poco millennial, ¿verdad?

Llegué a reunir una buena colección de cintas del programa. Creo recordar que intentaba ponerlas título para saber luego de qué iban por si me apetecía volver a escuchar algún programa. Un buen amigo me dejó un libro suyo, Fronteras de lo imposible. Fue el primero de muchos. Después vinieron Enigmas sin resolver I y II. Mi preferido era Encuentros, con toda la historia de los OVNI en España, con documentos oficiales y testimonios muy documentados. Recuerdo que quería emprender ese camino tan mágico de la búsqueda de lo desconocido. Y tenía claro, como él siempre decía, que lo más importante de todo aquello era el viaje, más que los resultados.

Un día no aguanté más aquello que tenía dentro y, tras acabar uno de sus libros, le mandé un email (muy millennial) contándole todo lo que le admiraba, todo lo que su trabajo me hacía sentir. Debí escribir algo muy emotivo y sincero, porque no tardó mucho en responderme. Cuando vi que tenía un email suyo casi me da algo, de verdad. No me lo podía creer. Me decía que lo había explicado de una manera que ni él mismo podría, toma ya. Iker Jiménez diciéndome a mí que yo había descrito la sensación del misterio de una forma que él no hubiera podido describir mejor. Estaba alucinando. Me decía que mis palabras le habían emocionado profundamente y que le encantaría poder saludarme en la Feria del Libro en la que él iba a estar firmando el siguiente fin de semana.

Evidentemente, enseñé aquel correo electrónico de Iker Jiménez a todo el mundo, creo. No descarto que yendo por la calle se lo enseñase a cualquier mujer desconocida de mi barrio o a cualquier persona que fuese sentada a mi lado en la línea 6 del metro de camino a la universidad cualquier mañana. Así que me sentía obligado a ir a la Feria, pero por otro lado me daba miedo porque sabía que me pondría muy nervioso y no me apetecía mucho hacer el ridículo delante de mi ídolo. Pero allá que me fui con mi libro y claro que me puse nervioso, pero me daba completamente igual. Él fue maravillosamente simpático y cercano conmigo. Me pareció una persona tremendamente humilde, con los pies en la tierra, muy cabal. Y le admiré más todavía.

Iker había anunciado que próximamente iban a hacer un Alerta Ovni en el programa de Milenio 3. Se creó muchísima expectación. El motivo hay que buscarlo en los años 70. Mi madre siempre me había hablado de sus noches en el barrio de Batán escuchando el programa Medianoche, dirigido por Antonio José Alés, el precursor de todo esto. La madrugada del 15 de agosto de 1979 congregó a doce millones de oyentes en la primera ALERTA OVNI. Consistía en que la gente llamaba al programa para avisar de avistamientos extraños. Creo que mi madre y mi tía nunca vieron ninguna luz rara por Batán, pero ahí estaban, asomadas a la ventana. Pues bien, a mí la Alerta Ovni me iba a pillar en Londres, una putada enorme. Se lo comenté a Iker y me dijo si quería participar desde allí. No me lo esperaba, me puse nervioso y todo quedó en nada. Igual tenía que haber dicho que sí sin pensarlo y luego ya pensar cómo lo hacíamos. Mis bloqueos habituales en momentos en los que no está permitido bloquearse, todo un clásico de mi vida.

Desde entonces, intentaba ir siempre a cada acto en el que estuviese él. Y siempre era igual de amable y simpático conmigo cada vez que me veía y me decía "¡Hombre amigo!". Seguía escuchando el programa. Lo ampliaron a los sábados. Os puedo asegurar que si una noche no salía, por mucho que me gustase salir, no me disgustaba en absoluto quedarme en casa sabiendo que me iría a dormir escuchando Milenio 3. Mis preferidos era cuando hablaban de mis misterios favoritos: OVNIS y Egipto. Era en esas noches cuando hacía todo lo posible por no quedarme dormido. Recuerdo bien estar metido en la cama y cómo me gustaba cuando empezaban a sonar los acordes de la música de Vangelis. 

Debía estar en el ecuador de la carrera, debía verlo todo negro y me desahogué con él. En vez de ir y contárselo a algún compañero de clase, o a mis padres, decidí contarle mi bajón a Iker Jiménez. Le expliqué todas mis dudas vocacionales. Debíamos estar en 2005. Pues Iker me contestó de nuevo a aquel email. Y vaya si me contestó. Un folio y medio cuando lo imprimí. Menudas palabras. Se me quitó la tontería según terminé de leer todo lo que me decía. Unas palabras de aliento que nunca jamás podré olvidar. Animándome a luchar por mis sueños. Recordándome que nadie dijo nunca que fuese a ser fácil, pero que había que pelearlo. Casi lloro y todo. Fui a contárselo a todos emocionado y claro, todos sorprendidos porque no sabían nada de mi bajón y extrañados de que hubiese decidido contárselo a Iker Jiménez antes que a ellos. Dicen que es difícil conocer lo que un Escorpio tiene dentro, y creo que en mi caso se cumple.

Lo imprimí y lo intentaba llevar siempre conmigo para tener presente aquellas palabras. Con el tiempo, se me fue pasando aquella fiebre por los temas relacionados con el misterio. Eso no significa que hayan dejado de apasionarme. Mi biblioteca de libros relacionados con esos temas no dejará de crecer. Entre ellos, está uno de mi madre que fue muy mítico en su momento, El Triángulo de las Bermudas, de Charles Berlitz. Simplemente, la vida a veces te lleva por otros caminos. No hay nada malo en ello. Después empezaron con el programa en Cuatro, Cuarto Milenio, y me alegré mucho porque aunque ya era conocido, sabía que iba a triunfar y que Iker Jiménez iba a ser conocido por el gran público de nuestro país a través de la televisión, como así sucedió. Mi admiración por él sigue intacta. Conociéndole, estoy seguro de que la fama no le ha cambiado.

Iker Jiménez podía haber pasado de mí. Podía haberle dado igual mi primer email. Él ya había triunfado en la radio. No tenía necesidad de responderme. Pero lo hizo. Y no sólo eso, sino que encima, cuando le conté que pasaba una mala época y que estaba desanimado con la carrera de Periodismo, me contestó un folio y medio animándome a perseguir mis sueños. Por eso le tengo un aprecio infinito y le estaré siempre agradecido. Porque no abundan las buenas personas como él. Gracias, Iker, y no cambies.

Si os ha gustado la historia, la podéis compartir en vuestras redes sociales con el botón de compartir y de redes sociales que aparecen aquí debajo del post. ¡Muchas gracias!




miércoles, 7 de junio de 2017

La mejor traición posible de un amigo

Kazka fue traicionado por su íntimo amigo Max Brod


La traición de su mejor amigo le hizo eterno. Hablo del escritor Kafka y Max Brod. Al primero le conocemos, al segundo seguramente no. Ni habréis escuchado su nombre nunca con toda probabilidad. Pues bien, conocemos al primero única y exclusivamente porque el segundo lo quiso. Así de sencillo. Sin Max Brod no hubiera habido nunca Kafka, jamás. Y todo fue por la que me parece la mejor traición que he escuchado en mi vida.

Kafka y Brod se conocieron estudiando Derecho en la Universidad de Praga en 1902. Rápidamente conectaron y se hicieron íntimos. Antes de morir de tuberculosis en 1924, el escritor nombró albacea (ejecutor) de su testamento a su gran amigo y le ordenó que cuando él ya no estuviese quemase todos sus escritos y no dejase ni rastro de ellos. Esa era la estima que tenía por sus propios textos, os podéis hacer una idea de su carácter atormentado en ese favor que le pidió al amigo. Los actos lo dicen todo, siempre.

Max Brod decidió ignorar aquella petición. Fijaros si la ignoró que decidió hacer exactamente lo contrario. Por su obstinación y la confianza en su talento, decidió que haría lo posible por publicar todas aquellas palabras que su amigo había ido juntando a lo largo de toda su vida, escribiendo en el cuchitril en el que vivía. Quizá no existe amigo mejor que el que te desobedece por completo.

Me parece una historia grandiosa. Max Brod no dudaba del valor de la creación de su amigo. Creía más en Kafka que el propio Kafka. Él descubrió a Kafka. Sin él, nadie le conocería. Sus papeles se hubieran quemado o tirado a la basura en cualquier limpieza posterior a su fallecimiento. Brod creía tanto en él que decidió desacatar sus órdenes. Buscando información sobre el tema, encontré este artículo de Enrique Vila-Matas que me encantó y que espero que os guste también a vosotros. Me quedo con esta frase: "Porque fue Brod el que, antes que Kafka, se dio cuenta de quién era su amigo. A Brod le apeteció que Kafka fuese Kafka." 

Documentándome, he descubierto que Brod es objeto de numerosas críticas. Ya es lo que me faltaba. Si es que hay más gente que odia que gente que admira, que busca más destruir que crear. Cada vez estoy más convencido. El caso es que le acusan de haber editado "demasiado" los papeles de Kafka. ¿Pero no será mejor eso a que nunca hubiesen visto la luz? Yo es que de verdad creo que el género húmano no tiene remedio salvo honrosas excepciones. Hay que escuchar demasiadas tonterías y demasiadas veces.

Yo quiero amigos así. Que se salten a la torera lo que tú les digas. Que les digas una cosa y hagan la contraria. Que no te hagan ni caso cuando te da alguna ventolera rara. Que les digas que te quedas en casa y vayan a sacarte de ella. Que les digas que no puedes más y te digan que claro que puedes. Que sepan creer en ti cuando tú ya has dejado de hacerlo. Los que no te van a permitir rendirte. Los que te van a decir a la cara que por ahí no. Quiero un Max Brod al que decirle que lo que escribo me parece una mierda y que inmediatamente haga lo posible por publicarlo y darme a conocer. Me parece la mejor traición posible.

Si os ha gustado la historia, podéis compartirla en los botones que aparecen debajo del post y en el botón compartir en la versión móvil. ¡Muchas gracias!

domingo, 23 de abril de 2017

Mi mejor amigo Holden

El libro El guardián entre el centeno es un clásico de la literatura


Holden Caulfield me aseguró que todo saldría bien. Y no me quedó más remedio que creerle. Era mi mejor amigo y a los mejores amigos se les cree aunque te cuenten la mayor trola del mundo. Estaba necesitado de confiar en alguien, además. Aunque fuese un personaje de ficción. Una cosa de locos. Las cosas no me iban del todo bien en aquella época. No recuerdo la edad exacta, y tampoco creo que a nadie le interese. Sé que atravesaba la adolescencia con mucha más pena que gloria. De suspenso en suspenso en el cole y de rechazo en rechazo con las chicas. Súmenle a eso unos padres desesperados por los sucesivos fracasos de su hijo. Y la gente que me acompañaba en las clases. Ni uno solo había que mereciese la pena, de verdad.

Conocí a Holden gracias al bibliotecario del instituto, el único tipo que se salvaba de aquel lugar. Lo único que me dijo fue que era un clásico de la literatura y que a mí precisamente me gustaría mucho. Y lo dijo muy convencido el tío. Se refería a El guardián entre el centeno, de un tal Salinger. No me habían hablado nunca de él en las clases. Con mi escepticismo por bandera, me lo llevé dando las gracias y demostrando poco entusiasmo.

En mi casa no se leía. Se decía que era una garantía de perder el tiempo. Mis padres se empeñaban en que estudiase, una actividad a la que nunca fui capaz de encontrarle el sentido. Pero se suponía que cuando fuese mayor lo agradecería. No había forma de entender nada. Visto lo visto, y que nada marchaba como debería marchar, qué mejor que intentar escapar de aquel horror haciendo nuevas amistades.

Desde el primer momento quedé cautivado con sus desventuras. Los dos pasábamos una adolescencia difícil. Ninguno de los dos entendíamos a los mayores. Estábamos rodeados de gente que no nos interesaba lo más mínimo. Teníamos una hermana pequeña a la que considerábamos la única persona decente en este mundo. Pero sobre todo nos unía ser unos incomprendidos. Nadie podía entendernos. Es que ni siquiera se esforzaban. Juntos hicimos un buen tándem para defendernos de aquella incomprensión a nuestro alrededor.

Nos llevábamos tan bien que a veces intercambiábamos nuestros mundos. De repente, yo estaba en Manhattan y no paraban de ocurrirme cosas disparatadas. Pasaba algún rato con Phoebe, su hermana. A él le tocaba soportar a mis compañeros de la escuela. Al volver, lo primero que me preguntaba Holden era si ya lo sabía. Y con mucha pena siempre tenía que responderle que no, que no había podido averiguar dónde iban los patos del lago de Central Park en invierno cuando el agua se congela. No había forma de que nadie en esa maldita ciudad se interesase por los pobres patos.

Llegó el día en que llegué a la última página. Se leía rápido y me vi obligado a prolongar su lectura más tiempo del que realmente hubiera sido necesario. Sentía verdadero pánico ante la posibilidad de terminarlo. Estaba convencido de que Holden Caulfield se evaporaría en ese momento y no le vería más. Lo que no sabía entonces, porque no había leído lo suficiente, es que ni Holden ni ningún personaje que nos haya marcado desaparece nunca. Que se quedan a vivir dentro de nosotros. Nadie podrá saber nunca lo que aquel libro significó para mí. Ni falta que hace. Tampoco podría explicarlo lo suficientemente bien.

Hoy estoy en la treintena. Las cosas me van precariamente, pero me van. Y sí. Cuando lo necesito, sigo hablando con él. No desapareció, no.  Sé que puede resultar algo alocado, pero sólo el que haya sentido algo parecido con cualquier personaje de alguna novela podrá entenderlo. En el libro, Caulfield  decía que los libros que le gustaban eran aquellos que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera muy amigo tuyo para poder llamarle por teléfono cuando quisieras. Lo que me ocurrió a mí fue que directamente me hice amigo de su protagonista, mi mejor amigo Holden.

martes, 14 de febrero de 2017

Escritores locos de amor

Amor en el Día de San Valentín
Imagen de Pinterest


Hoy celebramos San Valentín y este blog no quería quedarse al margen de una fiesta en la que se celebra un sentimiento que, con frecuencia, transforma nuestras vidas. El amor puede ser desbordante. Desolador. Entusiasmado. Engañoso. Trágico. Arrebatador. Cegador. Incluso divertido. El amor es el sentimiento más bonito que podemos sentir. Todos estamos capacitados para sentirlo. Nadie puede permanecer inmune a la pasión. Hablamos del amor de pareja, del que uno comienza a sentir por alguien hasta sentirle como imprescindible. Pero hay mil formas de sentirlo. Puede ser duradero, pero también puede ser un amor fugaz, de un trayecto de metro, de una conversación de una noche en un bar, de una sonrisa cruzando una calle. ¿Por qué no regalarle una rosa al desconocido o desconocida de la biblioteca? El amor nunca debe ser menospreciado. Por nada ni por nadie. Cualquier historia de amor es válida porque no hay en ella obligación de seguir los senderos de la lógica. Disfrutémoslo de la mejor forma que se nos ocurra, tengamos o no tengamos pareja.

Los grandes escritores han vivido el amor por todo lo alto. Y supieron reflejarlo muy bien. Algunos perdieron la cabeza. Tuvieron sus musas y a ellas dedicaron sus historias. Hundidos a veces en el dolor más visceral y extasiados de felicidad, otras. Hoy he querido darles voz a ellos y  a cómo expresaron el amor. Lo que sintieron en diferentes momentos. Son fragmentos de novelas, de cartas, de autobiografías, en los que sus sentimientos más ocultos quedan al desnudo. Espero que los disfrutéis y os emocionéis aunque sea un poco leyendo algunos de estos textos. Y si queréis compartir en los comentarios algunos que os gusten a vosotros y que no figuren aquí, estaré encantado. Son muchos los escritores y escritoras e innumerables sus grandes pasiones. Aquí va mi selección. Y que no se me olvide, Feliz San Valentín a todos y a todas.

- El enamoramiento de Honoré de Balzac:

La condesa polaca Eveline Hanska fue el gran amor del escritor Honoré de Balzac. Mantuvieron una relación por correspondencia, estando ella casada, desde 1832 hasta 1850. Su marido falleció en 1841 pero no fue hasta 1850 cuando finalmente se casó con Balzac, que murió tan sólo cinco meses después de haber visto hacerse realidad su tan ansiado sueño. Esto le decía el escritor francés a su amada:

"Estoy prácticamente loco por ti, tanto como uno puede estar loco: no puedo unir dos ideas sin que tú te interpongas entre ellas. No puedo pensar en nada más que en ti. Me siento tonto y feliz tan pronto pienso en ti".

- La angustia tras una pelea, por Rimbaud:

Los poetas malditos Arthur Rimbaud y Paul Verlaine mantuvieron una relación muy pasional durante unos años, con muchas idas y venidas. En uno de esos momentos en los que parecían alejarse definitivamente tras una pelea, el joven Rimbaud le dedicaba estas palabras a su amado, el cual había abandonado a su mujer y a su hijo por él.

"Vuelve, vuelve, querido amigo, único amigo, vuelve. Te juro que seré bueno. Si me he mostrado desagradable contigo, fue tan sólo una broma; me cegué, y me arrepiento de ello más de lo que puedes imaginar. Vuelve, todo estará totalmente olvidado. ¡Que desgracia que hayas tomado en serio esta broma! No paro de llorar desde hace dos días. Vuelve. Sé valiente, querido amigo. Nada está perdido todavía. (…) No me olvidarás ¿verdad? No, tú no puedes olvidarme. Yo te tengo aquí siempre. Di, contesta a tu amigo ¿acaso no volveremos a vivir juntos los dos? Sé valiente, contéstame pronto. No puedo quedarme aquí por más tiempo. Oye sólo lo que te dicte tu buen corazón. Dime pronto si tengo que reunirme contigo. A ti, para toda la vida. Rimbaud."

- Amor empedernido, según John Keats: 

El poeta británico John Keats murió de tuberculosis a la edad de 25 años. Pero tuvo suficiente tiempo para enamorarse perdidamente de Fanny Brawne, a la que amó con locura hasta su muerte. Ella quedó devastada por su pérdida y aunque se casó y tuvo tres hijos, siempre llevó el anillo que él le había regalado. Aquí una carta preciosa de Keats a su amada Fanny.

"Tengo que escribirte una o dos líneas y ver si eso me ayuda a alejarte de mi espíritu aunque sea por unos instantes, no puedo existir sin ti. Todo lo olvido salvo la idea de volver a verte. Mi vida parece detenerse ahí: más allá no veo nada. Me has absorbido.

En este mismo momento tengo la sensación de estar disolviéndome...Si no tuviera la esperanza de verte pronto me sentiría en el colmo de la desdicha. Tendría miedo de separarme, de estar demasiado lejos de ti. Mi dulce Fanny, ¿no cambiará nunca tu corazón?, Amor mío, ¿no cambiarás? Alguna vez me asombró que los hombres pudieran ir al martirio por su religión. Temblaba de pensarlo. Ahora ya no tiemblo; podría ir al martirio por mi religión- El amor es mi religión-, y podría morir por él....

Me has cautivado con un poder que soy incapaz de resistir; y sin embargo lo era hasta que te vi; y desde que te he visto me he esforzado a menudo en razonar contra las razones de mi amor. Ya no puedo hacerlo, el dolor sería demasiado grande. Mi amor es egoísta. No puedo respirar sin ti....
Tu afectuoso
JK"

- La forma correcta de amar, según el romántico Victor Hugo:

En sus cartas a su adorada Juliette Drouet, el autor de Los Miserables explicaba de la siguiente manera su amor, así como la mejor forma para expresarlo.

"Te amo, mi pobre angelito, bien lo sabes, y sin embargo quieres que te lo escriba. Tienes razón. Hay que amarse y luego hay que decírselo, y luego hay que escribírselo, y luego hay que besarse en los labios, en los ojos, en todas partes. Tú eres mi adorada Juliette.

Cuando estoy triste pienso en ti, como en invierno se piensa en el sol, y cuando estoy alegre pienso en ti, como a pleno sol se piensa en la sombra. Bien puedes ver, Juliette que te quiero con toda mi alma. Tienes el aire juvenil de un niño, y el aire sabio de una madre, y así yo os envuelvo con todos estos amores a un tiempo.

Besadme, bella Juju!"

- El amor de leyenda entre Frida y Diego:

Sin duda, la pintora Frida Kahlo y Diego Rivera protagonizaron una de las pasiones más bonitas de la historia. Cualquiera puede emocionarse con el amor y admiración que se profesaban mutuamente. Tuvieron muchas crisis, muchas infidelidades, primero de él, y luego ya mutuas. Pero se amaron como pocos seres humanos se han amado en la Historia. Comparto aquí en esta ocasión sentimientos de los dos.

Frida: "Te quiero más que a mi propia piel, y que aunque tú no me quieres de igual manera, de todos modos algo me quieres, ¿no? O si no es cierto, siempre me quedará la esperanza de que sea así, y con eso me conformo… Quiéreme tantito. Te adoro."

Diego, cuando Frida murió: "Yo me he dado cuenta de que lo más maravilloso que me ha pasado en mi vida ha sido mi amor por Frida".

Frida Kahlo y Diego Rivera, un amor de leyenda
Imagen de Pinterest
- Cuando dudas sabiéndolo todo, por Pablo Neruda:

No podía faltar si se habla de amor y escritores el autor de la poesía más triste y realista que nadie ha escrito jamás. Sí, hablamos del chileno Pablo Neruda, que a pesar de amar a muchas mujeres, tuvo un gran amor llamado Matilde Urrutia. 

"Hay algo más importante que tu y que yo, somos tu y yo. Juntos somos lo que la pobre gente no alcanza jamás, el cielo en la tierra. Te aprieto a mi corazón, amor mío, con cuerpo, alma y amor..".

Y esta otra frase, corta, pero que me parece que describe muy bien una sensación que todos hemos tenido en algún momento u otro de nuestras vidas, dudas pero lo sabes:

"No sé si te quiero, pero te quiero"

- Acabas de conocer a alguien y ya sabes que te cambiará la vida, por Carlos Barral:

El poeta y editor Carlos Barral conoció a Yvonne. Nacía entonces una historia de amor que quedaría profundamente ligada al pueblo de Calafell, en Tarragona. En esa localidad marítima se casaron un 4 de octubre de 1954. Esta reflexión hacía Barral en su libro de memorias Años de penitencia

"El encuentro con Yvonne había movido mi centro de gravedad, modificando mi posición de equilibrio con respecto al mundo que me rodeaba o, mejor, había como desplazado la idea que me venía haciendo de mí mismo. Desde el principio, desde los primeros e inocentes paseos, caí en la cuenta de que aquella relación, si conseguía hacerla prosperar, estaba destinada a determinar el proyecto definitivo de mi vida, a sosegar las ensoñaciones aventurescas de la última adolescencia y a enraizarme. Porque mi amor era espléndido, cegador, y era, en efecto, una experiencia definitiva".

- La tentación de negar el amor, por Hemingway:

En su maravillosa novela Por quien doblan las campanas, Ernest Hemingway cuenta una muy bella historia de amor. El protagonista de la novela es Robert Jordan, un americano que lucha en el bando republicano y que se enamora de María, una joven que le hará recuperar la ilusión por la vida.

"No te engañes a ti mismo y trates de negarlo todo y de estropearlo todo. Estabas perdido desde el momento en que viste a María. En cuanto ella abrió la boca y te habló, quedaste flechado, y lo sabes. Y ya que te ha llegado lo que nunca creíste que te podría llegar, porque no creías que existiera, no hay motivos para que trates de negarlo, ya que sabes que es una cosa real [...] ¿Por qué mentir? Te sentiste extraño interiormente cada vez que la mirabas y cada vez que ella te miraba a ti." 

- La nostalgia tras echarlo todo a perder, por Scott Fitzgerald y Zelda.

Otra gran pareja de esas en las que no puedes hablar únicamente de uno de los dos. Se conocieron en un baile en un club de campo en Alabama, se casaron en 1920, porque no querían perderse ni un minuto de la Década Feliz que estaba a punto de comenzar, se amaron, brillaron como las estrellas más brillantes del firmamento, se detestaron y echaron todo al traste. Una pareja que se amó, que se admiró, que fue la más feliz sobre la faz de la Tierra durante muchos años, y la más desgraciada del universo años más tarde. Él murió de un infarto mientras escuchaba un partido de fútbol por la radio. Ella murió años más tarde, al incendiarse el hospital psiquiátrico en el que permanecía ingresada desde hacía mucho tiempo. Hay un detalle bonito en este amargo final: Scott y Zelda fueron enterrados juntos, en Maryland, gracias a la insistencia de "Scottie", el apelativo cariñoso que los dos daban a su única hija, que sabía que sus padres se quisieron por encima de todas las cosas y quería que descansasen juntos eternamente. Aquí va un texto de cada uno, del libro Querido Scott, Querida Zelda:

Scott Fitzgerald: 

"Te necesito aquí. La tristeza del pasado me acompaña siempre. Las cosas que hicimos juntos y las cicatrices atroces que nos convirtieron en el pasado en supervivientes de guerra persisten como una especie de atmósfera que rodea todas las casas que habito. Las cosas agradables y los primeros años juntos, los meses que pasamos hace dos años en Montgomery me acompañarán siempre y tienes que creer como yo que podemos recuperarlos, si no en una nueva primavera, en un nuevo verano. Te quiero, amor mío, cariño."

Zelda: 

Queridísimo y siempre, Queridísimo Scott:


La idea del esfuerzo que has hecho por mí, el sufrimiento que ha causado esta nulidad sería insoportable para cualquiera salvo para un mecanismo completamente vacuo. Si yo tuviera sentimientos serían todos de gratitud a ti y de pena por el hecho de que de toda mi vida no quede el más pequeño vestigio del amor y la belleza con que empezamos para ofrecértelos al final.

Has sido tan bueno conmigo... y cuanto puedo decir es que existió siempre esa corriente más profunda en mi corazón: mi vida: tú.

¿Recuerdas las rosas del patio de los Kinney... eras tan amable y yo pensaba «es la persona más encantadora del mundo» y tú dijiste «cariño». Aún lo eres. La tapia estaba húmeda y cubierta de musgo cuando cruzamos la calle y dijimos que amábamos el sur. Yo pensaba en el sur y en un pasado feliz que nunca tuve y creía que era parte del sur. Tú dijiste que amabas esta tierra preciosa. La glicina de la cerca era verde y la sombra era fresca y la vida era vieja.

Me gustaría haber pensado alguna otra cosa, pero era una idea cómplice, romántica y nostálgica. Cuando me quité el sombrero tenía el cabello húmedo y me sentía segura y hogareña y a ti te complacía que me sintiera así y fuiste respetuoso. Volvimos a casa radiantes y felices todo el camino.

Ahora que ya no hay ninguna felicidad y el hogar ha desaparecido y ni siquiera existe pasado ni emoción alguna más que las que sean tuyas donde pueda haber algún consuelo: es una pena que nos hayamos encontrado en desabrimiento y frialdad donde una vez hubo tanta ternura y tantos sueños. Tu canción.

Me gustaría que tuvieras una casita con malvas y un sicomoro y el sol vespertino encajado en una tetera de plata. Scottie correría por algun sitio en blanco, en Renoir, y tú escribirías docenas de libros. Y aún habría miel para el té, aunque la casa no estuviera en Granchester.

Me gustaría que fueras feliz, si existiera la justicia lo serías, quizá lo seas de todos modos.

Ay, Do-Do

Do-do.

Zelda

Te quiero de todos modos, aun cuando no exista ningún yo ni ningún amor ni siquiera vida alguna.

Te quiero.


- Lo que Bukowski echaba de menos del amor cuando se acababa:

Charles Bukowski fue un personaje muy excéntrico. Iba contra todo y contra todos. Un escritor maldito con todas las de la ley. Hoy en día se le considera uno de los escritores más influyentes. En su novela Mujeres, recomendada por la Casa del Libro las pasadas Navidades, describe sus sucesivas e intensivas relaciones con diferentes mujeres. Es en este libro dónde aparece el siguiente fragmento, en el que enumera todas las pequeñas cosas que echa de menos cuando finaliza una relación:

"Yo era sentimental respecto a muchas cosas: unos zapatos de mujer bajo la cama; unas horquillas olvidadas; la manera cómo decían <<Voy a hacer pis>>...; cintas de pelo; pasear por el bulevar con ellas a la 1.30 de la tarde, sólo dos personas caminando juntas; las largas noches bebiendo y fumando, hablando; las discusiones; los pensamientos suicidas; comer juntos y sentirse bien; las bromas, la risa saliendo de ninguna parte; sentir milagros en el aire; estar juntos en un coche aparcado; comparar pasados amores a las 3 de la madrugada; que te dijeran que roncabas, oírlas roncar; madres, hijas, hijos, gatos, perros; algunas veces la muerte y otras el divorcio, pero siempre yendo adelante, viendo a través; leyendo a solas un periódico y comiendo un triste sándwich sintiendo naúseas porque ella ahora estuviese casada con un dentista tartamudo; hipódromos, parques, picnics; incluso cárceles; sus estúpidos amigos, tus estúpidos amigos; tu bebida, sus bailes; tus flirteos, sus flirteos; sus píldoras, tus polvos con otras personas y ella haciendo lo mismo: dormir juntos...".

- El sentimiento de rechazo, por Antoine de Saint-Exupéry:

El famoso autor de El Principito sufrió por su último gran amor. Se ha dicho siempre que era una joven de 23 años de la que Saint-Exupéry estaba enamorado, pero su nombre jamás salió a la luz. Ella nunca correspondió sus sentimientos, lo que le causó una herida que le llevó a escribir estas desgarradoras palabras:

"No hay más Principito, hoy día ni jamás. El Principito está muerto o se volvió totalmente escéptico. Un Principito escéptico no es más un Principito. Estoy resentido con usted por estropearlo", escribió.  "No habrá más cartas, teléfono ni señal. No fui prudente ni pensé que arriesgara pena, pero me lastimé en el rosal cogiendo una rosa. El rosal preguntará: ¿Qué importancia tenía para usted? Ninguna, rosal, ninguna. Nada importa en la vida. No más vida. Adiós rosal".