jueves, 11 de mayo de 2017

La chica para la que fui Superman



Un día fui Superman para una chica. De verdad. Algo así no se olvida. Me lo dijo ella, no es que yo haya transformado la historia en mi memoria hasta llegar a ese punto. Qué va. Un día una chica me dijo de su propia boca que una vez yo había sido Superman para ella. Es una de las mejores cosas que te pueden ocurrir si te gustan los superhéroes y te gusta ponerte las gafas aunque no las necesites para creer que puedes salir volando en cualquier momento.

No recuerdo el año exacto y no creo que sea importante. Era en mi época universitaria. Y también sé que era un viernes. Quizá de un martes o de un jueves no me acordaría, porque suelen ser aburridos. Pero me acuerdo de que tenía unas ganas locas de salir de ahí. Me refiero a la universidad. Estaba en la clase de un tipo que me caía horrible, del que jamás nadie podría aprender nada útil y que nos hablaba con la superioridad del que no tiene ni idea de nada en realidad.

Pasaba la hora y el muy pelma continuaba dando la charla. Por fin se dignó a terminar y salí corriendo de allí sin apenas despedirme de nadie. Tan solo quería irme a casa, comer con mi familia, dormir la siesta y salir a beber con mis amigos esa noche. Todo muy normal en el viernes de un universitario cualquiera, supongo. Estaba cruzando el patio. Sí. Digo el patio porque estudiaba en una privada y aquello se parecía más a un colegio que a un campus universitario. 

Iba por allí ya proyectando en mi cabeza las aventuras del fin de semana cuando me pareció que una chica me saludaba desde un banco. Ya comenzaba a no ver bien de lejos, así que pensé que debía ser un error. Era muy mío devolver el saludo y que no fuese yo el destinatario del mismo. Continué andando pero ella seguía realizando el gesto. Me quedé mirándola. Y sí, ella se me quedó mirando también. Resulta que sí que era yo el destinatario. Con un vestido blanco impecable, y esa media melena castaña, me pareció que era la universitaria más guapa de toda la primavera de Madrid. Y estaba reclamando mi atención. La comida en casa y la siesta podían esperar.

Me senté a su lado en el banco. Estaba un poco desconcertado. No entendía nada. Quise creer que era otra estudiante pero el lado paranoico de mi mente, que nunca descansa, no descartaba que bien pudiera ser una loca que hubiese entrado al recinto y se hubiese sentado ahí. Fui sincero y le confesé que no la conocía. Siempre hay que soltar ese lastre por si luego la otra persona da por hecho que sabes quién es o que deberías de saberlo. Me miraba de manera dulce. La situación le divertía. Ella parecía saber perfectamente quién era yo pero no me decía ni una palabra, la cabrona.

Finalmente, me lo soltó, así, de sopetón: "Tú fuiste Superman una vez para mí, fuiste mi superhéroe". Podría haberme caído al suelo en ese mismo instante, aunque no lo hice. No pude evitar pensar por un momento que aquello era una broma. Que alguien me la estaba jugando. Que quizá me había dormido en la clase del tipo inaguantable y la chica era el mejor sueño de mi imaginación. Tras un silencio de varios segundos, le pedí que por favor me lo explicase y que me asegurase que no estaba de coña. Hizo las dos cosas.

Resulta que hacía unos años, en su primer curso en la universidad, ella se tropezó en las escaleras y estuvo a punto de pegarse una buena. Y resulta que el que lo evitó había sido yo. Por lo visto, al verla caer, la sujeté y con ello impedí una caída que habría tenido más de dolor de humillación de novata en su primer año cayéndose en medio de la multitud que físico. Ella lo recordaba como si hubiese pasado hacía unas horas y para mí era como si me lo estuviesen contando en el telediario. No recordaba nada de aquel episodio. Nada. Me sorprendió su forma de contarlo, con tal cantidad de detalles. Me fascinaba que aquello hubiera ocurrido hacía unos años y que ella nunca me hubiese dicho nada. Me explicó que más de una vez había querido pero que por vergüenza y otras cosas nunca había podido. Pensé en todos esos minúsculos gestos a los que no damos ninguna puta importancia y que tienen toda la del mundo como la tuvo para ella que yo la sujetase.

Yo no salía de mi asombro y seguía sin descartar que aquello fuese la genial broma de alguno de mis cabrones de amigos. Dime tú a quién le pasa salir de la universidad justo un viernes y que una chica así te salude y te diga que una vez, hace años, la salvaste  y que tú no tengas ni idea de lo que te están hablando. El caso es que nos quedamos hablando ahí un buen rato y por mí nos hubiésemos quedado hasta que anocheciese. Los bancos siempre me han parecido el mejor lugar para que un chico y una chica hablen de sus cosas, debe ser por las series tipo Dawson Crece y demás. Hablamos de lo que nos parecían las clases, le despotriqué del cretino de la última hora, y resultó que le hacía muchísima gracia la manía que le tenía y la forma que tenía de expresarla.

Aún quedaba la traca final. Me invitó a su cumpleaños que celebraba esa misma noche en el bar La Trama, en Andrés Mellado, por Moncloa. "A tomar por culo los planes con mis amigos", pensé en un primer momento. Una princesa vestida de blanco acababa de cruzarse en mi camino y me estaba invitando a su fiesta de cumpleaños. Si no eran capaces de entender la magnitud de los acontecimientos, no eran amigos de verdad. Le dije que sí a lo del cumple antes de que su boca terminase la frase. Solo me da rabia que después se me ocurrió que tenía que haberla respondido con un "Allí estaré, Lois". Siempre se me ocurren las frases geniales cuando la chica ya no está, jo.

No sé qué hora sería, pero por fin nos despedimos y quedamos en vernos por la noche. Estaba completamente aturdido. Mentiría si dijese que una parte de mí no se hizo ilusiones. A ver quién es el guapo o guapa que no se las haría si algo así le ocurriese. Me dormí la siesta malamente, como todo lo que se hace cuando tienes la cabeza en otro lugar. Yo la tenía en el bar de aquella noche, expectante. Así que la interminable tarde terminó, cené y para allá que me fui con esta canción de Five for Fighting en mi cabeza.

De la fiesta recuerdo poquito, lo que tampoco me sorprende por las razones habituales. Solo sé que ella estaba radiantemente guapa y que yo estaba tonto perdido. Si esperábais algún final romántico con beso, no lo hubo. Ni siquiera, y esto es gordo, en mis múltiples universos alternativos. Finalmente, comprendí que había dado con una chica extraordinariamente simpática a la que siempre estaré agradecido por hacerme vivir la experiencia de haber escuchado de los labios de una mujer las palabras: "Tú fuiste Superman una vez para mí, fuiste mi superhéroe, me salvaste".

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3 comentarios:

  1. Ay!! Me he quedado con ganas de más!! Sigue escribiendo porque es genial :)

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    1. Muchísimas muchísimas gracias Vir, por leer y dejarme este comentario. Así se anima uno a seguir escribiendo. Gracias de nuevo. ¡Un saludo!

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  2. Muy buena historia... Menos Batmen y más Supermen... Y la canción canción de Five for fighting muy grande..

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