viernes, 20 de marzo de 2020

Diario del confinamiento: lo peor ya ha pasado

Diario del confinamiento en casa por el COVID19
Paisaje con San Jerónimo. Joachim Patinir. Museo del Prado. Sala 55A.

En un directo de Instagram veo al escritor Juan Tallón diciendo que lo peor ya ha pasado, que ya solo quedan dos o tres meses. Pero que lo difícil era la primera semana, que es en la que nos quedamos en shock. Y que a partir de ahí, ya es todo cuesta abajo. Me eché a reír a carcajadas en el sofá. Tallón es un tipo brillante. Su última novela, Rewind, es una maravilla que os recomiendo a todos.

Ayer, o anteayer, o quizá fue hace ochenta y siete años, es difícil saberlo, estaba en el sofá en la hora más plácida del día, la de después de comer. Oli trabajaba y yo estaba leyendo en el sofá. Silencio, día nublado, todo era era perfecto, muy plácido, como decía. De repente, un zumbido como el de un Airbus A320 a mi lado. Yo creo que me teletransporté al baño, donde de repente estaba encerrado. Seguramente no. Seguramente pegué un salto y salí huyendo hasta meterme ahí. Después abrí para preguntarle a Oli cómo estaba la situación. Me confirmó que era una abeja y que estaba intentando que volviese a salir por la ventana. Lo consiguió. Y no entiendo que, de manera inmediata, no fuese trending topic en Twitter el hashtag #graciasOli. El susto me duró toda la tarde. Tengo fobia a las abejas y a las avispas. A veces me da por decir que soy alérgico, pero es una mentira enorme que utilizo para justificar mis ridículos comportamientos.

Nuestra ducha se atasca cada cierto tiempo. Y la muy puñetera ha decidido atascarse ahora. Digo la muy puñetera porque soy de los que piensa que los objetos piensan. Así que ayer después de ducharme se queda el agua ahí y no se va. Abrimos el desagüe de al lado y empieza a salir agua por todos lados. No para de salir agua. Ojo, que no tenemos jardín ni terraza, pero podemos tener piscina, es mi primer pensamiento. Pero me dura poco, como siempre dura poco lo bueno en la vida. El baño está inundado y corro a por trapos a la cocina. La famosa bolsa de los trapos que descubres al cumplir treinta años. Oli se crece en estas situaciones. Se transforma en una capitana de la UME y yo soy un simple civil que se pone a su servicio y trata de cumplir las órdenes lo mejor posible. Al final parece que conseguimos solucionarlo. Hoy me duché y no hubo atasco. No soy gallego, pero me encanta utilizar el pasado simple para expresar acontecimientos que sucedieron recientemente. Le digo a un amigo "desayuné" y fue hace diez minutos. Lo hago mucho, no sé por qué.

Natalia Verbeke publica una foto desnuda en Instagram. Yo estoy muy a favor de la libertad de cada uno para enfrentar el confinamiento cómo a cada uno le dé la real gana. En el caso de Natalia, si ella quiere enfrentarse así a esta situación, adelante con ello, 

Sigo con mi disciplina del móvil. Ya empecé con ello antes de que todo esto empezase. Se trata de dejar el teléfono desconectado de Internet durante horas y conectarme a ratos. Estos días, esos ratos acaban siendo de lo mejor del día. Sigo echando mucho de menos a muchas personas y el hablar un ratito con ellas cada día, aunque no sea para decir nada importante, me hace bien. Porque, en la vida, hace falta saber que los que te importan están bien para poder estar bien uno.

Esto del confinamiento no me cambia de momento los horarios de sueño. Quiero decir que cuando ponemos una serie por la noche me quedo dormido a los cinco minutos. Y no es que me aburra ni nada, es que no puedo evitarlo. Y lo peor es que estos días estoy durmiendo siestas, no muy largas, pero sí que me echo un ratillo. Y tomo café, y cocacola, y cuando me quedo dormido noche tras noche Oli me mira alucinada. Yo tampoco acabo de entenderlo.

Me ocurre mucho que no paro de anotar listas de cosas que hacer durante estos días. Estoy llegando al punto en el que me da miedo que mi confinamiento sea eso, hacer listas de cosas que podría hacer durante el confinamiento, como el que se pasa la vida haciendo planes sin realizar ninguno de ellos. Un día nos dirán que podemos salir a casa y saldré al balcón de casa a protestar, que vaya vergüenza de confinamiento hombre, que esto ha sido muy poco, que necesito dos semanas más, suplicando mientras la calle se llenaría progresivamente de gente que me miraría de manera muy extraña.

Esta semana he aprovechado para avanzar con la corrección de la novela. Ya me queda poquito. Aunque es la primera corrección. A partir de junio comenzará ya el trabajo intenso con Yolanda, la editora que me está ayudando a pulir la historia. Pero me gusta ir corrigiendo todo lo que vimos en la primera reunión. Aunque por otro lado, paso miedo y sufro. Porque tú tienes una historia escrita y de repente te ves quitando de ahí, quitando de aquí, cambiando esto de un capítulo a otro porque descubres que queda mejor en ese otro capítulo que en el que estaba, cambias cosas de un personaje. Y mientras realizas cualquiera de estos cambios, de fondo la sensación de cuando tenías un castillo o una muralla en la arena de la playa y tocabas para mejorar algo y se te derrumbaba todo.

Bajé ayer al Supersol, el primer día que salía desde el sábado. Me encontré con una vecina muy simpática con la que a veces coincido en el ascensor cuando salgo a correr. Nos pusimos a hablar a distancia. Me preguntó cómo me llamaba. Nos contamos cómo llevábamos la situación y en lo que trabajábamos. Después apareció otra chica a la que ella conocía y me presentó. Qué momento para ponerse a conocer personas. Traté de verlo desde fuera, sin que todo esto del Covid19 estuviese ocurriendo y me parecía una situación surrealista, los tres hablando a distancia y sin poder darnos la mano o darnos dos besos.

Seguiremos informando. Sigamos todos en casa, que a veces es en el lugar en el que suceden las mejores historias y lo estamos descubriendo ahora. Os puedo decir que de momento esto de estar encerrado en casa no lo estoy llevando tan mal cómo me imaginaba. Veremos los próximos días. Mucho ánimo a todos, en especial a todos los enfermos, a los que tienen a alguien enfermo a quién no pueden ir a ver, a todo el personal sanitario, a todos los trabajadores de supermercados, y a todos los miembros de las Fuerzas de Seguridad. No perdamos la oportunidad de darles las gracias si nos cruzamos con algunos de ellos, por favor. Y como ellos, muchos otros trabajadores que están desempeñando un papel fundamental en este momento.

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