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El Juicio de Paris, de Rubens, en la galería central del Museo del Prado |
Estos días en casa pienso mucho en ellas. Hablo de un grupo
de amigas jubiladas que visitaron hace unas semanas mi lugar de trabajo, el
Museo del Prado, en el que soy vigilante de sala. Me acuerdo de Ángeles, que
hablaba conmigo a veces. Por ella supe que eran amigas de toda la vida y que
hacía poco habían decidido venir cada semana al Museo. Recuerdo a Maite, que
explicaba los cuadros al resto. O más que los cuadros, el cuadro. Porque
siempre les explicaba el mismo: El Juicio de Paris, de Rubens. El segundo día
me extrañó, pero no le di más importancia.
Cuando aparecieron la tercera semana otra vez delante del
cuadro descubrí que Maite les explicaba exactamente lo mismo que las dos
semanas anteriores. Y lo hacía con el entusiasmo de las primeras veces. Ellas
escuchaban con gran atención. No pude aguantarme la curiosidad y le pregunté a
Ángeles. Me contó que El Juicio de Paris era el cuadro favorito de Maite, "pero
no se acuerda de que ya nos lo ha explicado". Le habían diagnosticado
alzheimer y sus amigas hacían lo posible por ayudarla. Junto a ella, lo
aprendían y lo olvidaban todo sobre aquel cuadro.
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